Reseña Histórica
Instituto de Vacuna: 1896-1902
La salud pública en el país surge ante la atención de plagas o “pestes” en la época de la colonia. Diversas enfermedades epidémicas de origen europeo causaron cuantiosas muertes entre los indígenas. Con el paso de los siglos se transformaron en otras epidemias y endemias no controlables científicamente y que también se extendieron entre la población española y criolla. Ante ello, la monarquía española decide expedir a América la vacuna contra la temida viruela y llega al virreinato peruano a comienzos del siglo XIX, a través del médico Salvany. La vacunación se realizó con la técnica de inoculación vaccinal de brazo a brazo -variación del descubrimiento del inglés Jenner, aplicada de vaca a humano- pero con la dificultad de encontrar voluntarios dispuestos a aportar dicho suero inmunizador.
Ya en el régimen republicano, se dispuso la vacunación obligatoria. Municipios y ayuntamientos eran responsables de contar con vacunadores y dar facilidades a la Junta Central de Vacuna para la atención de toda la población de la circunscripción. Buscando descentralizar el sistema, en 1889, Aurelio Alarco, inspector de Higiene de la Municipalidad de Lima, estableció un modesto “Establo Vaccinicus Animal” que para 1892 sería reemplazado por el “Instituto Vaccinal”, a cargo del entonces inspector, Dr. Ricardo Flores. Dos años después, aún dependiendo del Ministerio de Fomento, los Drs. M. C. Barrios y A. Pérez Roca iniciaron la producción de vacuna animal en el país, en base al virus obtenido de Paris y llegando incluso a exportar años después los sérums curativos a Francia.
En 1896, por decreto del Presidente Nicolás de Piérola, se crea el Instituto de Vacuna conformado por tres médicos, dos estudiantes de medicina, un amanuense, un guardián y dos vaqueros. El Gobierno central asume la preparación de la vacuna y se deja de lado la inoculación vaccinal, pasando entonces el virus de ternera en ternera. El primer director del instituto, Dr. José María Quiroga, asumió obligaciones relevantes para la producción de la vacuna, como: contar con buena cantidad de vacuna animalizada, de acuerdo a las prescripciones de la ciencia; enviar a las Prefecturas de todos los departamentos la cantidad de vacuna necesaria; practicar la inoculación de la linfa en el instituto en días determinados; elegir las terneras que deben inocularse. Ello permitió una producción de buena calidad, que incluso se exportó a Ecuador y Bolivia.
Con el propósito de crear una junta de vigilancia y diversificar su producción, el reglamento del Instituto de Vacuna fue modificado:
“El Instituto tiene por objeto el cultivo de la vacuna y la preparación y conservación de todos los serums que la ciencia descubra y que se consideren eficaces, para combatir las enfermedades in-fecciosas”.
Instituto Municipal de Higiene: 1902 - 1933
El 28 de julio de 1884 fue inaugurado el "Laboratorio Químico Municipal", bajo la dirección del Dr. José A. de los Ríos, un destacado químico, profesor del curso en la Facultad de Medicina de San Fernando. Tuvo un pequeño ambiente en el parque Neptuno y años después fue trasladado al local del paseo 9 de Diciembre. Ahí se convierte en el "Instituto Municipal de Higiene", establecido en 1902 por el Concejo Municipal de Lima e inaugurado en 1903. El bacteriólogo italiano Ugo Biffi Gentile es contratado como Director Técnico y ello permitió contar con un moderno equipo de bacteriología que convirtió al laboratorio municipal en el más moderno de su tipo en el país. Surgen dos secciones autónomas: Bacteriología y Química, dirigidas por el Dr. Manuel Tamayo y el Dr. Carlos A. García, respectivamente. Biffi se retira pero como legado forma a jóvenes que combinan la práctica sanitaria con la investigación bacteriológica, entre ellos: Tamayo, Gastiaburú y Rebagliati.
En 1907, según referencia de Bustíos un médico de Chicago que visitaba Lima dio testimonio de que “la institución que da más prestigio a la ciudad de Lima es su Instituto de Higiene. Está colocado enfrente de la Exposición Permanente, en un magnífico edificio de dos pisos dedicados exclusivamente a investigaciones y trabajos científicos.”
Tras la muerte de Manuel Tamayo, Julio C. Gastiaburú ocupa el cargo de director del Instituto. Durante la estadía en el Perú de la comisión de Harvard en 1913, se une al equipo de trabajo conducido por Strong y permite el uso de los laboratorios para los experimentos realizados por la comisión.
En el “Oncenio”, el instituto tuvo que concentrarse cada vez más en tareas rutinarias, tales como el análisis de agua potable y comestible, exterminio de ratas y producción de sueros y vacunas. Las necesidades de la ciudad crecían tremendamente; sin embargo, las capacidades y recursos del instituto frente a esas tareas iban disminuyendo. Según las memorias del instituto, la investigación estaba estancada desde 1920, la entidad estaba en deterioro. A pesar de lograr la potabilización del agua que se consumía en Lima, la crisis de los años treinta empeoró la situación.
Instituto Nacional de Vacuna y Seroterapia: 1902-1933
El 21 de marzo de 1902, mediante decreto supremo se dispuso la reorganización del Instituto de Vacuna del Ministerio de Fomento, que cambió su denominación por la de "Instituto de Vacuna y Seroterapia", abriendo una sección encargada especialmente para el cultivo y conservación de los "serums" que se empleaban para el tratamiento de algunas enfermedades infecciosas.
Fue en 1905, cuando se ordena al instituto que contacte con uno o más institutos de Estados Unidos y Europa para el envío mensual de sueros antidiftéricos, antitetánicos y antipestosos. Estos se suministraron al público en general a precios de costo y a los necesitados, de forma gratuita.
A inicios de 1906 se aprueba el reglamento del instituto, donde se especifica que está "bajo la dependencia y vigilancia inmediata y científica de la Dirección de Salubridad"; además, que la distribución de la vacuna será gratuita.
Gracias a la creciente importancia que adquiría el empleo de los sueros específicos y de las vacunas microbianas en el tratamiento y la prevención de las enfermedades infecciosas, así como el prestigio de su director, Dr. Ramón Ribeyro, se ordena por mandato supremo al Ministerio de Fomento el “estudiar la organización que debe tener un Instituto Nacional de Higiene que se encargue de la preparación de sueros específicos y de vacunas microbianas (…); de las investigaciones etiológicas y epidemiológicas de las enfermedades infecciosas autóctonas de nuestro país, de la preparación de personal sanitario y de las demás funciones que desempeñan los institutos análogos de otros países.” Así también se encargaron los preparativos del inicio de la construcción de nuevas instalaciones para el instituto.
Al final de la gestión de Ribeyro, el gobierno había decidido ampliar las capacidades del instituto para aumentar y diversificar su producción de biológicos sanitarios; ejercer debidamente "el control de los servicios de vacunación antivariólica y antitífica que le están encomendados" y realizar investigaciones para el estudio de las enfermedades infectocontagiosas endémicas en el país. Para ello, en 1921, el instituto se mantiene bajo dependencia de la Dirección General de Salubridad, pero se reorganiza y forma las secciones Peste, Seroterapia y Vacunas; además de contar con un presupuesto para su sostenimiento y las rentas correspondientes. De 1921 a 1930 el jefe de la Sección de Seroterapia del instituto fue el Dr. Guillermo Almenara, futuro Ministro de Salud.
En los siguientes años se le encargó al instituto diferentes tareas como la organización de un servicio gratuito para el diagnóstico precoz bacteriológico de las infecciones tíficas, paratíficas y colibacilares; el control y la vigilancia de los sueros, vacunas y salvarsanes; y la creación de una sección encargada de preparar y difundir la vacuna antituberculosa de Calmette. Esta última fue excepcional, ya que los resultados de los estudios de dicha vacuna, realizados en Francia entre 1922-1936, fueron positivos pero no corroborados, lo que impedía el uso del virus en el resto del mundo. Sin embargo, en El Instituto Nacional de Vacuna y Seroterapia, se establece por mandato supremo una sección encargada de la preparación y propagación de la vacuna antituberculosa del Dr. Calmette. La sección debería suministrar la vacuna necesaria para el uso de la Junta de Defensa de la Infancia y de las maternidades de la República, así como para el público en general.